La intensa jornada del sábado del Santo Padre en Alemania culminó con una vigilia de oración con los jóvenes en la Feria de Friburgo. En esta ocasión, el Pontífice pidió a los jóvenes que permitieran que Cristo arda en ellos, “aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia.
Algunos conceptos de la homilía que el Santo Padre dirigió a los jóvenes son los siguientes: “En este maravilloso rito litúrgico –dijo el Pontífice- se nos revela mediante signos más elocuentes que las palabras el misterio de nuestra fe cristiana. Jesús, que dice de sí mismo: ‘Yo soy la luz del mundo’, hace brillar nuestra vida, para que se cumpla lo que acabamos de escuchar en el Evangelio: ‘Ustedes son la luz del mundo’”.
“No son nuestros esfuerzos humanos o el progreso técnico de nuestro tiempo los que aportan luz al mundo. Una y otra vez, debemos experimentar que nuestro esfuerzo por un orden mejor y más justo tiene sus límites”.
“El sufrimiento de los inocentes y, más aún, la muerte de cualquier hombre, producen una oscuridad impenetrable. Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza”.
“Ciertamente, quien cree en Jesús no siempre ve solamente el sol en la vida, casi como si pudiera ahorrarse sufrimientos y dificultades; ahora bien, tiene siempre una luz clara que le muestra el camino hacia la vida en abundancia. Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran aun en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día”.
“La luz no se queda sola. A su alrededor se encienden otras luces. Bajo sus rayos se delinean los contornos del ambiente, de forma que podemos orientarnos. No vivimos solos en el mundo. Precisamente en las cosas importantes de la vida tenemos necesidad de otras personas. Así, en particular, no estamos solos en la fe, somos eslabones de la gran cadena de los creyentes. Ninguno llega a creer si no está sostenido por la fe de los otros y, por otra parte, con mi fe, contribuyo a confirmar a los demás en la suya”.
Imagen distorsionada de los santos
“Nosotros una y otra vez experimentamos el fracaso de nuestros esfuerzos y el error personal a pesar de nuestra mejor intención. Por lo que se ve, el mundo en que vivimos, no obstante los progresos técnicos nunca llega en definitiva a ser mejor”.
“Sigue habiendo guerras, terror, hambre y enfermedades, pobreza extrema y represión sin piedad. E incluso aquellos que en la historia se creyeron “portadores de luz”, pero sin haber sido iluminados por Cristo, única luz verdadera, no crearon ciertamente paraíso terrenal alguno, sino que, por el contrario, instauraron dictaduras y sistemas totalitarios, en los que se sofocó hasta la más pequeña chispa de humanidad”.
“Llegados a este punto, no debemos silenciar el hecho de que el mal existe. Lo vemos en tantos lugares del mundo; pero lo vemos también, y esto nos asusta, en nuestra vida. Sí, en nuestro propio corazón existe la inclinación al mal, el egoísmo, la envidia, la agresividad. Quizás, con una cierta autodisciplina, esto puede ser de algún modo controlable. Pero es más difícil con formas de mal más bien oscuras, que pueden envolvernos como una niebla difusa, como la pereza, la lentitud en querer y hacer el bien”.
“En la historia, algunos finos observadores señalaron frecuentemente que el daño a la Iglesia no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres”.
“Queridos amigos, tantas veces, se caricaturizó la imagen de los santos y se los presenta de modo distorsionado, como si ser santos significase estar fuera de la realidad, ingenuos y sin alegría. A menudo, se piensa que un santo sea aquel que lleva a cabo acciones ascéticas y morales de altísimo nivel y que precisamente por ello se puede venerar, pero nunca imitar en la propia vida”.
!Qué equivocada y decepcionante es esta opinión. No existe algún santo, excepto la bienaventurada Virgen María, que no haya conocido el pecado y que nunca haya caído en él. Queridos amigos, Cristo no se interesa tanto por las veces que vacilamos o caemos en la vida, sino por las veces que nos levantamos. No exige acciones extraordinarias, quiere, en cambio, que su luz brille en ustedes. No los llama porque son buenos y perfectos, sino porque Él es bueno y quiere haceros amigos suyos”.
“Sí, ustedes son la luz del mundo, porque Jesús es su luz. Ustedes son cristianos, no porque hayan hecho cosas especiales y extraordinarias, sino porque Él, Cristo, es su vida. Son santos porque su gracia actúa en ustedes”.
“Esta asamblea brilla en los diversos sentidos de la palabra: en la claridad de innumerables luces, en el esplendor de tantos jóvenes que creen en Cristo. Una vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no alimentase el fuego. Permitan que Cristo arda en ustedes, aun cuando ello comporte a veces sacrificio y renuncia”.
“No teman perder algo y quedarse al final, por así decirlo, con las manos vacías. Tengan la valentía de usar sus talentos y dones al servicio del Reino de Dios y de entregarse ustedes mismos, como la cera de la vela, para que el Señor ilumine la oscuridad a través de ustedes. Tengan la osadía de ser santos brillantes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo, llevando así luz al mundo. Confío que ustedes y tantos otros jóvenes aquí en Alemania sean llamas de esperanza que no queden ocultas”.+
Fuente: AICA.