La Comisión Pastoral de las Adicciones, de Avellaneda Lanús, a propósito de la próxima jornada recuerda que “en el centro del problema de la drogadicción está el hombre; la drogodependencia es síntoma de un vacío existencial en un mundo donde falta la esperanza. La Iglesia se acerca a los que han caído en la esclavitud de la droga con profunda misericordia y afecto, son los débiles a los que está dispuesta a acompañar. Eso no significa aprobar su estilo de vida, pero sí un respeto incondicional de las personas”
Asegura también que “es preciso distinguir entre estimar a las personas, y a su conducta y sus obras. El acompañamiento quiere mostrar un itinerario de liberación que lleve a las personas a descubrir su propia dignidad. Las políticas públicas deben orientar sin dudas a desalentar el consumo de drogas. La droga (fenomenológica y estadísticamente) provoca un deterioro notable, en la subjetividad, vínculos del individuo y en el colectivo social; es un mal y por esto no se le pueden hacer concesiones”.