Nota Díario La Nación.
El santuario de Luján fue ayer la madre de todos. La casa de la Virgen recibió a los miles de peregrinos que recorrieron casi 60 kilómetros con las intenciones particulares más diversas. En momentos en que la exclusión social sigue siendo un problema en el país, el lema común de la peregrinación unió a todos en una misma petición: "Madre, queremos una patria para todos".
Más de 5000 voluntarios asistieron a los caminantes a lo largo de la marcha, a 380 años del milagro de Luján, cuando una carreta que portaba la imagen de la Virgen rumbo a Santiago del Estero se detuvo en el camino, a orillas del río Luján, y no hubo forma de hacerla avanzar, lo que se interpretó como una señal de que la Virgen quería quedarse allí. Desde 1630, la Virgen de Luján acompaña a los argentinos. Casi dos bicentenarios han pasado y la devoción permanece intacta.
Como ocurrió la semana anterior en San Nicolás, la peregrinación a Luján convocó a miles de jóvenes que no aplaudieron consignas de confrontación y de odios, como sí se escucharon el martes último frente a Tribunales.
Aun en la multitud, en los santuarios es posible encontrarse con Cristo y sentir su presencia. Así lo describió el Papa en su mensaje al II Congreso Mundial de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios, que se celebró hasta el miércoles último en Santiago de Compostela.
"A diferencia del vagabundo, cuyos pasos no tienen un destino final determinado, el peregrino siempre tiene una meta, aunque a veces no sea consciente de ello", dijo Benedicto XVI.